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Alelogia

Sin nombre... pero al menos me consilie con la tecnologia xD

Y se levanto nomás, ya no pudo soportar a ese maldito despertador que se encontraba tirando al aire aullidos de desesperación al ver que su ama no se despertaba. Riiiiiiing-Riiiiiiing, pero nada, solo silencio e indiferencia, el reloj se ofende pero orgulloso como pocos no se resigna y toma aire, llena su estomago de metal, tornillos y tuercas de oxigeno y a los 10 minutos vuelve a gritar Riiiiiiing-Riiiiiiing solo que mas fuerte, mas molesto, recibiendo un poco mas de atención que la ultima vez, no mucha, pero la suficiente para que sintiera que había cumplido su trabajo y conseguía dormir tranquilo hasta que lo necesiten nuevamente. Lentamente ella se fue sentando en su camita donde todavía tenia cerrado los ojos. Sumergió una de sus manos entre sus pelos y los revolvió un poco, ni muy duro ni muy suave, lo suficiente como para que el mimo mañanero le dijera que ese mundo de nubes, cosas delirantes (como que estuviera persiguiendo un escarabajo con todas sus partes de diferentes colores y que al dar vuelta una esquina viera a Andrés Calamaro cantando Como dos extraños y le sonriera, la tratara como una amiga mas de la casa) y literatura voladora era solamente un mundo creado de su cabeza para que dormir no fuera tan “sin nada” como parecía, como en verdad era, sin sueños un dormir es rápido, pero sin sentimiento; cómodo pero monótono; tranquilo pero aburrido. En cambio si uno tenia ilusiones era como toda una aventura, podía tener esos peligros emocionantes y esos momentos en donde se separan los valientes de los cobardes y cosas así. Se desperezo levantando sus brazos hacia arriba y lanzando un bostezo que duro una eternidad dentro de un simple minuto, agarro aquel despertador y le dijo unos insultos in entendibles incluso para ella antes de arrojarlo contra la pared. miro a su alrededor abriendo esos ojos de faroles, pudo ver con cierta dificultad los póster de bandas como “Marea”, “Extremoduro”, “WDK”, The Specials”, entre otros que ella había puesto años atrás, que ya parecía toda una vida atrás, cuando se sentía una mujer rebelde. Capaz de enfrentar a un mundo entero y con tan solo un suspiro cambiarlo. También vio su escritorio lleno de hojas garabateadas, pero con garabatos importantes de esos que quedan archivados para siempre (Una rosa, bocetos de caras, calles, en fin tantas cosas), tenerlos a manos era importante y no como una simple cosa que siempre (inevitablemente por mas que uno se esfuerce) termina en el tacho de la basura, tirado en cualquier lugar o regalado sin importancia a cualquiera que se digne a pedirlo. El escritorio también había una gran gama de porquerías que servían para decorar, aritos por aquí, garfields por aya, revistas y libros por donde el espacio se hiciera presente. Se puso un poco inquieta al ver que sus ojos no podían encontrar la mochila con los colores Ska, pero a los pocos segundos se despreocupo, quizás este en a cocina donde siempre hacia los ejercicios de la facultad de letras o en el comedor, donde la dejaba cuando venia de lo de Paula y sin esforzarse mucho recordó que justamente la tarde pasaba había venido de la casa de su amiga, por lo cual el bolso debería estar en el comedor.

            Bajo su cabeza; nunca supo bien por que su pelo que le caiga por la testa le recordaba a las Cataratas del Iguazú, uno de esos pensamientos inútiles que tanto le gustaba tener a ella, y miro debajo de sus pies al piso cuadriculado que se encontraba cubierto por su jean y medias blancas, recordó todas las veces que había hecho el amor en aquel piso, con Agustín, Damián, Gonzalo y recientemente con Leonardo, ni mejor ni peor, todas fueron iguales o parecidas, iguales o parecidas de intensidad, iguales o parecidas de amor, iguales o parecidas de todas esas pequeñas y grandes cosas que hacen que uno se duerma o se prenda un pucho feliz después de hacer el amor con todas las letras bien puestas, es mas H-A-C-E-R-E-L-A-M-O-R como los dioses mandan. Las veces que lloro por un corazón roto, en especial el suyo, o como seguía con un interés ,que jamás ponía en la facultad o en los distintos laburos que tuvo, la fila interminable de hormigas que iban de un agujero en la  pared a un poquito de manteca que ella ponía intencionalmente en la otra punta de su cuarto. Levanto un poco la mirada y vio a la silla, sus labios sonrieron al pensar el lo de hacer el amor en el piso pero esta vez en la silla esa que servia como una especie de percha de lujo para el buzo y la remera, en la puerta entreabierta de la habitación se encontraban las zapatillas haciendo guardia por si un ajeno al mundo de su cuarto quería entrar.

Suspiro, no quedaba otra que salir de la cama y enfrentarse cara a cara con un nuevo día y ganarse el derecho de poder seguir con vida un día mas; estudiar, trabajar, divertirse, ayudar a los demás, eran excusas perfectas para lograr ese derecho aunque ella sabia que vivía gratis, que había días en que nada de eso le importaba y se sentía bien con ella misma sentir que a veces se puede vivir gratis, sin merecerlo. Salió de la cama, los dedos trataron de esconderse en sus pies al sentir el frió del piso, que le recorrió por los extremos, se esforzó de una manera extraordinaria para subir por la columna y se instalo en su cabeza que le decía «¿Para qué salir? Si tan bien estas en la cama calentita y allá afuera te espera un mundo frió y de mierda» y otra vez se hizo un mimo en la cabeza, para sacarse esos pensamientos que la querían cocer al colchón. Piso el piso y ante una ventana se quito aquella remera de “Los Marea”, aquella que había comprado cuando ese grupo de rock español había venido a tocar en Obras Sanitarias, que usaba como camisón y mostrando sus pechos a la ventana se los quedo mirando, los contemplaba, los acaricia y los volvía a mirar, mientras los apretaba los subía, los movía para un costado, los juntaba (al apretarlos uno con el otro parecían mas grandes y levantados) y los seguía moviendo. Tenia la obligación de sentirse linda y de quererse, después que su amado príncipe azul del reino de las maravillas se convirtiera en un despiadado criminal de ojos azules que le despellejara con sutileza el corazón en veintiochomil puñaladas y la dejara tirada en cualquier lugar desangrándose lenta y dolorosamente. Primero paso sus ojos por sus líneas delgadas y momentos mas tardes por donde su vista paso sus manos dieron una segunda vuelta, hombres, bajaba delicadamente; costillas y sentía una suave cosquilla, la mano doblo rápidamente por su panza sin sacar sus ojos de aquel reflejo que le daba la venta que insultaba por hacer el trabajo del espejo. Sus manos, sin sacarlas de su piel, dieron una vuelta rara y terminaron las dos en sus firmes nalgas, primero apretándoselas igual como hizo con sus pechos, para que momentos mas tardes se acariciara con una ternura que hacia tiempo no sentía su cola de piel de durazno.

Se vistió a las apuradas, el tiempo corría y no perdonaba ninguna distracción si quería llegar a tiempo al trabajo, no le importa que quizás tengan arrugas o un poco de suciedad callejera, y dejo sus corazón en su escritorio para que pudiera curarse y descansar de tanta tristeza que llevaba adentro, que era como un liquido negro que le salía y manchaba el lugar donde ella lo puso. Salió disparada al baño, pero antes saludo con una gran sonrisa a su abuela, que fácil era esconder la mierda que llevaba adentro con una sonrisa y mas posible era decir un mentiroso “bien” cuando le preguntaban “¿como estas?”. Llego al baño, prendió la canilla y metió la cabeza abajo, mojo su pelo y refresco su cabeza de esos pensamientos que era mejor ni mencionar, que el olvido se los devore y jamás vuelvan. Se paro enfrente del espejo. se peino un poquito y se puso tan linda que era la envidia de su propio reflejo, aunque ella no lo admitiera, era una rosa roja entre claveles, un azul entre tanto negro y una joya que muchos Emires matarían por poseerla.

            Se detiene, para el tiempo. ¿Desayuno o no? Golpea sus dedos en la mesa, ¿Cuándo fue que comió tostadas con ese café de cloacas? Todo vino a su memoria y como un auto castigo golpea su frente, eso fue ayer. Pero hoy no había tiempo para ese lujo de facturas y leche. Se apura, el tiempo vuelve a correr y no perdona. Abrió la puerta de la calle pero no sin antes saludar a su progenitor y a “Soriano”, su gato. Miro su escritorio, ahí estaba su corazón que todavía despedía ese liquido negro, ¿llevarlo o no? se acercaba a el y al instante se alejaba, hizo eso unas cuantas veces, hasta que en un arrebate de decisión lo agarro y con toda la velocidad que su cuerpo le permitía lo metió en su bolso y salió rápido de la casa, como si no le quisiera dar tiempo a la duda de llevarlo o no que infecto su cabeza con dudas al pedo. Ella lo llevo y un punto, ¿total, quien le iba a decir que capaz le era útil para algo importante?.Al salir a la calle el viento golpea su rostro y obliga a sus cabellos a bailar, miro el cielo que se encontraba gris como su sonrisa. Dio el primer paso de los miles que hay que dar para cruzar las cinco cuadras que separan su cada de la vieja estación de tren del barrio de San Isidro. En aquel éxodo saludaba a los gatos vagabundos que la miraban con curiosidad mezclado con el común miedo hacia nuestra especie. Y ahí comenzaban los juegos nunca podía evitar soltar una carcajada infantil al jugar el de saltar en las baldosas de la vereda sin pisar las líneas de separación de una de la otra, no le importaba la cara que le ponían los porteros al ver a una mujer de su edad saltar como una pequeña de nueve o menos años, sinceramente no le importaba la opinión de nadie, se enojo mucho consigo misma al notar que la suela de sus zapatillas aplastaban los limites de 2 baldosas destrozadas, todo por no pisar aquel escarabajo idiota que caminaba en la ignorancia de saber que había arruinado lo que podía haber sido un juego perfecto, un juego que hacia mucho tiempo que ella no podía hacer.

            No fue un reto cruzar la avenida sino un juego mas de los tantos que tenia en su camino, esquivo con elegancia el 60 y dejo pasar con astucia ese Peugot 407 que le tocaba bocinazos, “al pedo tocas bocina” pensó ella mientras se reía para sus adentros y sentía una maldad agradable al reírse de aquel conductor. Como todas las mañanas pasaba por el kiosquito de revistas “Don Pepe” y se informaba gratuitamente de las noticias que la rodeaban con tan solo leer las tapas de los diarios y revistas.

-Buenos Días, su señoría- decía el viejo que atendía, con una sonrisa, que demostraba que le faltaba el colmillo izquierdo, al verla pasar

-¿Cómo te va Don Pepe?- Pregunto ella, esta vez lo decía con interés, pero cuantas veces habra preguntado “¿como te va?”  y por dentro le importaba 3 huevos y medio lo que respondía al que se le pregunto

 Era interesante su teoría de que lo que importaba era solo lo de las tapas, relegando lo demás a un puesto que podía ser enviado al rincón de la sin importancia o para que el noticiero de la una se lo contara mientras ella comía.

Si no fuera por que sabia que iba a la estación, podía decir que había llegado casi sin proponérselo. Ahí estaba ese gran edificio que imponía respeto pero para su mala suerte no era comprendido por los pibes del barrio que lo llenaban de tatuajes a base de aerosol, lapiceras y marcadores. Saltando subió los escalones, un juego mas, retrocedió uno, escaló dos, miro para el costado y termino de subir las escaleras. Puso su mano en el bolsillo mas cercano y comenzó a buscar el abono, no estaba. empezó a meter y sacar la mano en donde bolsillo viera pero no encontraba nada. El hombre de la seguridad, que tenia la mano extendida esperando que ella le diera el abono para que la dejara entrar, levanto una ceja y la impaciencia le crecía. Ella lo noto y mas nervioso se puso, reviso su bolso, nada. Cuando se había resignado y en medio de insultos hacia su persona fue a la maquina esa para comprar un boleto de ida, busco la moneda en el primer bolsillo y ahí estaba el abono, “¿cómo podía ser? Se pregunto ella, si ese fue el primer lugar donde busco aquel rectángulo de cartón. Se quedo por momentos pensando en ese misterios, sus dedos golpeaban suavemente su cabeza, como si eso la ayudara a pensar mejor. Miro el abono, miro el bolsillo y por ultimo miro su mano pero no encontró solución, quizás mejor así, cuando un misterio es grande mejor no preguntar, dejarlo pasear libre por nuestra cabeza y que le de un toque de distensión al momento en particular y al día en general. Poco a poco sus pasos la fueron depositando en el centro de la estación, pero hacia semanas que al llegar a ese lugar y mas tarde tomar el tren, todo tenia una tonalidad de gris, las caras de las personas, sus ropas y sus acciones, como si no les importa nada de lo que estaba a su alrededor . La mirada era fría y una mueca en la boca (por que llamar sonrisa a esa especie de mueca seria todo un insulto irreparable para los que sabemos como es sonreír) desinteresada por la alegría, así de lúgubre eran las personas que tomaban el tren con ella, que luchaba con alma y vida para no perder eso que la hacia feliz; los juegos “boludos” (pisar o saltar baldosas de cierta manera o característica; cruzar la avenida con cierta velocidad, frenar avanzar, tocar la parte tracera de aquel auto; correr a punta de un palito a las palomas que huían de ella. Esos y muchos juegos mas), pensar en cosas inútiles que la hicieran alegrarse, perseguir una bolsa de supermercado que con ayuda del aire la hizo recorrer gran parte de San Isidro, primero tres cuadras derecho por 3 de febrero al trescientos, después girar y seguir por la Avenida centenario un par de cuadras mas y cruzar a las apuradas sin importarle el semana en verde, jamás le importo uno, para que finalmente la bolsa se perdiera como aire en las manos detrás de un tren que iba a una velocidad infernal, como si estuviera desesperado por llegar a la terminal de Tigre lo mas rápido posible y ella resignada lanzara un suspiro al vació con aire de que alguna vez atraparía a esa bolsa de supermercado. Luchar, pelear, combatir, volver a luchar-pelear-combatir, contra la depresión que la quería corromper a toda costa, solo eso podía hacer. ¿Cuantas veces se sintió vencida y a punto de llorar? ¿cuántas veces una lagrimita viajera recorrió sus mejillas de azúcar y le robaron esa dulzura tan característica de ella? ¿cuántas veces quiso mandar todo a la mierda y tirarse de cabeza contra el tren? Muchas, quizás demasiadas para su gusto. Pero no podía ni debía rendirse y dejarse devorar tan fácil.

Miro su reloj, se adelanto unos pasos y miro a las vías infinitas. El tren no venia. Y una voz dentro de su cabeza pregunto ¿Para que estas impaciente al ver que el tren no llega? “Porque no tengo ganas de llegar tarde”, contesto ella ¿y por que no queres llegar tarde? “Porque no quiero que me rajen de un nuevo laburo” ¿y para que laburas? “Para tener plata” ¿y para que queres tener plata? “Para intentar vivir en esta sociedad...”, pero hubo un poco de silencio, algo que tenia adentro la molestaba y mucho  “en esta sociedad de mierda que solo me brinda nada mas que esta soledad que me va a estallar” y se quedo, y se miro y por fin  pudo entenderse un poco mas y con eso vino un sentimiento de quererse, por que en fin y al cabo, ella no se podía abandonar, no se podía dejar ahí tirada ¿Por qué quien mas que ella alcanzaba a ayudarse a salir del pozo?. El tren vino, el chillido se su bocina la saco violentamente de sus pensamientos, cuando volvió al mundo pude ver como el gusano azul abrió sus puertas y con ruido de silbato invitaba a los pasajeros a subir a sus entrañas. Antes que ella pasara miro para la derecha y entre tanto gris de las personas pudo ver algo que la obligo a abrir bien los ojos, un pelo de color rojo que se metió entre empujones al tren y el corazón que tenia en el bolso volvió a latir, se sorprendió y una leve sonrisa se dibujo en su boca con un rojo que seria la envida de Van Gohg y Leonardo le vendería su alma al mismísimo señor de las tinieblas por poder sacar de un trozo de mármol sin vida una sonrisa como la que tenia ella.

El tren estaba hasta las pelotas, y ella no pudo llegar a ninguna ventana del furgón, pero ahora una sola cosa ocupaba sus pensamientos: aquel pelo rojo, no estaba muy lejos, tres o cuatro vagones para la derecha, dio un paso y se detuvo ¿para que ir? Quizás ese chico de pelos rojos tenia novia, ¿y si por alguna casualidad de la naturaleza no la tenia, por que le iba a dar bola a ella? Al poco tiempo se agarro la cabeza, la comenzó a apretar, saco sus dudas de las cabeza y antes que le mordieran la mano las tiro por una ventana abierta. Solo quedaba ir y buscar al pibe. Empujones. Pisadas de pie y golpes de codos. Miraras maliciosas, cagadas a pedos, insultos hirientes y falsas pedidas de perdón o disculpas que salían de su boca, no le importaba nada, solo llegar a donde se encontraba aquel hombre, joven, pibe o niño. Tenia que apurarse ya que en cualquier momento el tren iba a llegar a la próxima estación y ella no quería correr el riesgo de no poder verlo nuevamente. Avanzo el primer vagón de separación con rapidez y a los empujones limpios, el segundo el miedo la comenzó a invadir y su cuerpo tomo mas fuerza y velocidad. En el tercero el corazón dentro del bolso empezó a latir mas fuerte y sus ansias de encontrarlo crecieron considerablemente. Al entrar al cuarto vagón me vio y se sorprendió al ver que sus ojos no la habían engañado con el color de mi pelo, yo me encontraba perdido en el mundo que mis auriculares me daban con música que cantaba un tipo que se consideraba un “poeta de cañerías, un poeta de mierda de manos vacías” y no la vi al principio. Se acerco tímidamente, esquivando a las personas como una serpiente que avanza entre una montaña de ramas tiradas en el suelo de la jungla amazónica y se paro a unos cuantos metros mío. Levante mis ojos, que estaban cansados de ver como la gente ponía muecas de horror al ver mi pelo o como hablaban cosas como “este chico esta perdido, con ver que se hace en la cabeza te das cuenta que no tiene futuro” y la vi. Linda como pocas, Hermosa como ninguna. Sus labios rojos, su piel levemente rosada y un pelo de color negro que me llamaba. Ella me miraba y yo a ella, como si hiciéramos un juego (otro mas y van...) nos mirábamos, nos quitábamos los ojos, nos veíamos las piernas, los brazos, el cuerpo  y otra vez a los ojos. Esos ojos que en ambos casos eran profundos y que fueron testigos de lamentables historias de dolor. Así nos vieron varias estaciones, ninguno de los dos se animaba a hablar al otro como si fuera un crimen, pasamos Martínez, La Lucila, Olivos, Vicente Lopez, Rivadavia, Núñez y finalmente llegamos a Belgrano. Nos bajamos y yo seguí caminando, lamentándome por lo que no fu mas que un juego de miradas. Al llegar a los limites de la estación alguien me palmeo el hombre, era ella

-Hola –dijo... y así comenzó todo.

4 comentarios

Iria -

ola alex. aki son las 23:57, estoy metida en mi cama.... no es mi cama y no estoy agusto... quiero volverme a madrid... ya me canso de estar aqui...
aiscH!

la navidad apesta

Morocha -

heyyyyy q cambiado q esta esto..... esta re copado nene!!!!! pasame la receta asi ahora que volvi me copio de la deco de tu blog que esta mortal!!!!!1 jajajaja..... aunque no se si me saldria yo tampoco tengo cuore con la tecnologia.... bueno ale, aca me ves.... volviendo a la vida bloguera.... a ver cuanto me dura no? jajajajaja... pasaba a desearte una feliz navidad y nada mas... :D
besos.... y repito... este blog quedo mortal...

IchiñA -

feliz navidad alex
un besazo y un abrazO

abril -

Mi niño, venia a leerte, pero che, la inspiracion es grande y mi tiempo muy pequeño, esta noche te leo con tramquilidad.
Mil besos, señorito.