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Sueño

Sueño

Enso no pudo seguir durmiendo, los dedos de Anabel jugaban animadamente en su espalda y ya le parecía un poco inútil tratar de dormir entre esas sabanas blancas. Recordó entre sonrisas mientras miraba como anabel prendía un cigarrillo que aquella noche después de emborracharse con cerveza u vodka habían echo el amor hasta quedarse dormidos y acurrucados como esas cursis parejas francesas de películas malas. Todavía se encontraba cansado pero en vez de volver a dormir tanteo un poco la mesita de luz en busca de un pucho salvador y un encendedor, mientras anabel recorría la casa desnuda y a los insultos en alto volumen. Se quejaba de algo como que no encontraba las pinturas acrílicas y justo ahora que se le había ocurrido una idea genial para la tapa del libro de Don Hernández  que debía entregar en unos cuantos días. Mientras que acababa el cigarrillo en su boca se divertía ver a Anabel pasaba de jaca para allá siempre desnuda, cada vez con mas frasquitos de pintura en sus brazos que iba encontrando en cualquier rincón de la casa. Ella se sorprendió mucho al encontrar el rojo de cadmio en la cocina y nunca se pregunto, o a Enso, como pudo hallar el verde de musgo en el baño, al lado del inodoro. Solamente se limito a agarrarlo y seguir buscando colores. Enso se levanto de la cama y fue para la cocina preparar un poco de café, toda la actividad de anoche lo tenia agotado, sin contar que debían ser como las nueve o diez de la mañana, y por eso la necesidad de un poco de aquella bebida negro bien caliente con un poco de azúcar. Mientras que sentado en la mesa ratona decidió descansar un poco los ojos.

Fabián los abrió y miro aquel techo blanco en pena oscuridad, lanzo un solo insulto que sonaba mas a lastima que a queja. Otra vez aquel sueño, otra vez al lado de aquella desconocida mujer que ahí la trataba con tanta familiaridad y que tanto parece en apariencia conocer. Pero jaca en el mundo real se encontraba solo, hacia mucho tiempo que se había peleado con Claudia, unos tres o cuatro años, y nunca pudo conocer a otra mujer para reemplazar el amor que había perdido. Con tristeza dejo la cama, ese sueño que se repetía cada dos por tres lo tenia muy contento cuando dormía pero era un terrible dolor para el alma cuando se despertaba y se encontraba solo y sin esa tal mujer llamada Anabel, aquella que en fantasías lo despertaba con mimos, con besos o el mismo se despertaba con ella abrazada. Pero se sentía tan solo cuando abría los ojos y tan solo veía el techo blanco con algunas pequeñas marcas de humedad de su habitación de tres por tres en una pensión perdida por aquel barrio de Victoria. Mientras se bañaba sin perder el tiempo masticaba entre dientes una factura, el trabajo quedaba en Floresta y por dormir media hora mas tenia que pagar con desayunar mal y bañarse peor. Mientras el duro viento del invierno golpeaba su rostro descubierto trataba de no pensar en ese sueño que tantas veces tenia, ya sabia que era al pedo hacerse mala sangre por fantasías como tantas lagrimas había derramado preguntándose por que lo ficticio no era real y viceversa. Contaba las monedas cuando le faltaban unos pocos metros para llegar a la parada del colectivo que lo iba a llevar por panamericana hasta meterse y perderse por las calles de la capital del país y ahí dejarlo a cinco cuadras de su trabajo. Sonrió un poco, si sus cuentas no le fallaban (que nunca lo hacían) podía comprarse un café con algún vendedor ambulante de Floresta. El sueño poco a poco le iba ganando centímetros de su cuerpo, se apoyo contra un palo de luz para poder descansar un poco. Ayer como otras tantas noches no había podido dormir bien, pero no le importaba, cualquier costo era bajo al pagar para ver a Melina Falagan en una de sus fabulosas películas que siempre parecía que se iba a terminar con su corazón roto pero al final, y siempre al final, el galán de turno hacia su aparición detrás de una puerta, la besaba, le hacia todo lo que un hombre le hacia a una mujer (y mas una como Melina Falagan) y un bello fin. Dios, que hermosa que era esa mujer, pero ahora que lo pensaba mejor aquella mujer. Cuando el sueño, que seguía avanzando, le empezaba a ganar los ojos aparecía el colectivo amparador .

-Un peso treinta y cinco, por favor- le dijo al chofer mientras se caía del sueño

Por suerte el colectivo se encontraba con pocas personas encima y no fue difícil encontrar un asiento que diera contra la ventanilla, donde apoyo su cabeza y cerro los ojos esperando descansar la hora y media que tardaba el colectivo en recorrer desde donde subía hasta donde bajaba.

El silbido de la cafetera lo despertó, se encontraba en la cocina y un escalofrió le paso por toda la columna

-Que sueño de mierda- se dijo a si mismo

y así empezó a preparar el café, de vez en cuando le respondía a la distancia a ella que no sabia donde había podido dejar el negro, que quizás lo había dejado en la biblioteca al lado de los libros de Laisaca. Por el silencio que sobrevino después Enso supuso que la desordenada de Anabel había encontrado el color que estaba buscando. Todavía había quedado un poco aturdido por aquel sueño extraño, pero solamente eso fue un sueño y ya estaba. Igual agradeció estar junto a Anabel y no solo como en el sueño ese. Puso un poco de café en dos tasas y le llevo a ella que se encontraba enfrascada en ese dibujo que tanto le había costado pensar, le dio una de las tazas y mientras que de a pocos sorbos iba terminando su café hacia preguntas a Anabel. Ella en un comienzo respondía amablemente, luego un poco molesta ya que ka distraían las ordenes estrictas con los pincelazos que iban de su cerebro hacia sus manos y dejo de responder. Esto no desanimo a Enso que seguía preguntando cosas que se les preguntaba a un estudiante de primer año de Bellas Artes. Y en una de esas preguntas la pintora dio un mal movimiento con su mano y ante su error lo primero que hizo fue bañar de insultos a Enso que miraba como perro regañado y golpeado y la puta que te parió ponete a hacer algo constructivo antes de que te parta la paleta de colores en la cara. Pero Acábela que no es mala se tranquilizo un poco y beso a Enso prometiendo que después que ella terminara la tapa para aquel escritor harían lo que el quisiera, pero que la dejara en paz por un tiempo, ella le avisaría cuando termine. Un poco aburrido miro la biblioteca buscando algo para leer y así gastar un poco el tiempo. Al final se decidió por uno de Isabel Allende, se sirvió un vaso de jugo de manzana y se recostó en la cama mientras leía aquel libro. Poco a poco se fue durmiendo.

-Despertate flaco que se termino el recorrido- Una mano se había posado en su hombro y comenzaba a agitarlo para sacarlo de su sueño. No tuvo tiempo de abrir bien los ojos por que ya se había levantado y caminaba hacia la puerta del colectivo. Se había pasado de su parada pero no erala gran cosa, ahora en vez de caminar cinco cuadras tenia que caminar diez. Pero otra vez ese sueño, para que pensar en eso, tenia que preocuparse en llegar a su trabajo y hacerlo bien, en fin, preocuparse por la vida real. No fue fácil comerse las cargadas de sus compañeros por llegar tarde pero suspiro al enterarse que el jefe todavía no había llegado. así que solo quedaba vestirse en aquella pequeña habitación que intentaba ser un vestuario y rápido ir a su puesto para comenzar a llenar pintura. Como siempre en los frascos de cincuenta centímetros cúbicos iba la pintura que era la decorativa y en los frasquitos de treinta la pintura que servia para tela. La cuestión era tratar de pasar esas siete horas en la fabrica lo mejor posible y no morir de aburrimiento, o al menos hasta la una de la tarde en donde tendría una hora para comer y sacarse un poco la cabeza y el cuerpo del trabajo. Pero aquel día las horas parecían que no pasaban mas hasta que por fin había llegado la hora del almuerzo. Todavía seguía cansado y por momentos se juro no volver a quedarse toda la noche despierto para mirar películas, al menos si al día siguiente tenia que ir a trabajar. Apoyo sus brazos contra la mesa y después la cabeza en ambos brazos y se propuso dormir algo.

La voz de Anabel lo despertó, cuando se ubico bien descubrió que el libro termino en el piso y el vaso en la mesita de luz lleno todavía de jugo. Un poco extrañado por aquel sueño que no le dejaba fantasear con dragones y espadas. Se levanto y estiro un poco su camisa arrugada por el contacto con la cama y el movimiento de el en sueños. Anabel lo seguía llamando, habían pasado unas cuantas horas en la cama. Llego donde era el taller de ella y vio como le mostraba orgullosa la pintura donde una hermosa ciudad se encontraba junto a un lago y en su reflejo se mostraba la misma ciudad pero toda destruida por una guerra o un catástrofe natural. Para festejar aquella obra terminada, saldrían a caminar un poco y perderse por las calles de Victoria, tal vez ir al barcito donde algunas personas cantan temas de cantores de gran éxito o visitar aquella muestra de pintores que mostraban diferentes barrios de Paris con sus pinturas. Subieron al colectivo y se fueron para el museo de Borges que  ubicado en Retiro. Y entre los brazos de Anabel se fue adormilando.

Un compañero del laburo lo levanto y le aviso que la hora del almuerzo termino. El se paro para ir al baño para mojarse la cara, despabilarse un poco y a seguir trabajando nomás.

Chistes, historias, y todas esas cosas que sirven para hacer pasar el tiempo que quedaba en el trabajo, de vez en cuando pensar en ese bendito sueño donde era feliz y cuando se terminaría para dejarlo en paz de una buena vez o al menos se hiciera realidad. Pero no pudo pensar mas, cuando estaba bajando unas escaleras para llegar a la puerta de salida, por distraído o por mala suerte se tropezó y los últimos treinta escalones los bajo chocando su cabeza. Lo ultimo que vio antes de dormirse definitivamente fue como todos sus compañeros lo rodeaban.

Se levanto aun en brazos de Anabel y ella se preocupo por que Enso se había despertado transpirado y con la respiración entrecortada. Irónicamente, para disimular la tensa situación, lo trato como a un niño que se despierta en medio de la noche asustado por que hay un monstruo en su armario que se lo va a comer en cualquier momento, pero luego lo beso y lo tranquilizo. El le contó de aquel sueño que lo venia molestando desde hace un buen tiempo y ella mientras lo tranquilizaba como sabia, con mimos en la espalda, le fue explicando que solo fue un sueño y que no las seguro es que capaz no vuelva nunca mas. así volvió a los brazos de ella para seguir durmiendo mientras recibía un tierno beso en la frente

Un viejo medico le informaba al jefe de la fabrica de pintura que aquel obrero que tuvo el accidente sufrió un gran paquete de fuertes golpes en el cerebro y que entro en un estado de coma bastante complicado, dejando en manos de Dios cuando se levantaría. El jefe se acerco a su empleado que se encontraba dormido con una gran vendaje que le cubría todo el cuero cabelludo y una que otra venda en la cara para cubrir cortes o raspones que se había echo. Pero el jefe notaba algo raro, su empleado se encontraba con una gran sonrisa, de esas que llamaba mucho la atención.

-Bue- dijo entre suspiros –Al menos esta pasando bien en los sueños

Y así dejo la habitación acompañado por el medico.

3 comentarios

Melina -

emmm
...creo q soy una copia de aquella melina falagan



(es ese mi nombre)

autor, me encantaria saber como es q s te ocurrio dicho nombre.
gracias

Iriaenlasnubes -

jué hacia un monton que no me pasaba por aki... pero no es porque no me acordase sino porque a penas estaba en casa... y seguire sin estar, estoy muy muy liada... la gente para saber de mi suele mirar mi FLOG jejeje y para eso hacia siglos que no actualizaba tampoco...
^...y seguro que algun dia se levantará!


un abrazo enorme!!!

fmop -

Suerte en la hora de escribir y enhorabuena por tus trabajos que trasmiten frescura (en lo poco que leí).

Gracias por tu visita y tu comentario.

Un saludo cordial.